EL HOMBRE ESCRIBE
El hombre escribe, ha vuelto a escribir alegre, casi no la ve, piensa en ella, si la llega a advertir al instante reconoce su olor. Pero ha hecho numerosos esfuerzos mentales para preparar su encuentro y anticiparse.
En vano; ella siempre llega inigualable.
1. Palomita: Un gesto tuyo, el movimiento más sutil de tu ceja, cualquiera, se me queda grabado por días extensos. Oh, sí, tantas veces he permanecido jubiloso y sonriente al sentir tu mano en la mía después que te marchas. Eso no cambia.
2. Lo presumía: no te colocas roja, ni nerviosa, pequeña, ¿será que te encubres y no puedo mirarte? Sensible como yo, todo te afecta, todo, pero ya estás aquí, con tu voz y tu mirada, conmigo.
3. En las noches, dándome vueltas para uno y para otro lado en mi cama, encajó palabras, letrillas locas de ganas por ser elegidas en tu homenaje, recitado en tu oído lejano, Palomita. Llega la mañana y a veces, bueno, sólo a veces, tienes un regalito pequeño y dulce que me alivia el día, sabes hacerlo Palomita, con palabras precisas cuando despierto.
4. Y siempre, a pesar de todo, hay un rumor de amor tras tu mirada a diario, muñequita. Me gusta.
5. Un oficio de jardinería palomita, —eso es chiquita, eso es amarte—; donde se va la vida y aun se necesita tiempo para acabar tan admirable tarea.
6. Noches y tardes enteras regando tú rosa.
7. Por ahora, —únicamente por ahora— imposible materializar este sueño que se cubre de azucares, niña de mis fantasías tu salvas mis esfuerzos y los justificas, Palomita, olvidoza, durmiente. A veces peco por romper el silencio más de la cuenta. No es mi culpa, son mis manos que te evocan, es extraño lo sé, pero me pasa casi a diario, ¿Te gusta? Lo sabré pronto quizás o no te importa mucho…
8. La he visto por los pasillos después de largos días, ¡Oh ha aparecido! Hola, qué tal, todo parece obedecer a coincidencias extrañas gobernadas desde lo alto, la emoción eclipsa la razón ¿Verdad Palomita? Sí, ha respondido por llevarme la cuerda. Sé que sabe que la estoy mirando y me sonrojo, —así es siempre con ella. Y la tarde se va en un minuto, y el minuto es eterno y azucarado.
9. Palomita: Me mira y entro al poema, me besa y comienzo a escribirlo; que par de versos son sus ojos, y sus labios la mejor poesía. Así es ella, es alegría extensa y profunda que de pronto llega.
10. Me ha dicho bueno, ya debo irme, y jugamos a las escondidas, y dilatamos la tregua, hasta luego y se ha ido, ¡que vaina! El hombre ha vuelto a escribir.
11. Amor loco yo por ti y tú por otro, y viceversa.
CRISTÓBAL COLÓN MARÍN