domingo, 4 de julio de 2010



COMENCEMOS A IMAGINAR


Estas palabras son para arrojar a navegar la imaginación... imagínate que somos tu y yo…

En ellas te advierto a ti, adormecida en una cama, te encuentras totalmente desnuda, estás cubierta por una sábana clara, solo en algunas partes, tienes una pierna cruzada arriba de la otra, y tus brazos hacia arriba rodean el cojín...

Por la ventana entra una fresca brisa que florece después de la lluvia, zarandeando el cortinajes con un ritmo grácil y sensual, además entra la luz del astro nocturno, que se expresa encima del mar... en un costado de aquella habitación, me encuentro yo, erguido, sin dejar de contemplarte un solo instante, viendo que yaces tan profundamente dormida en esa cama suave.

Comienzo a transitar paulatinamente, me siento junto a ti, mimando tu hermoso cabello, para más tarde rodar mi índice por tu rostro hasta alcanzar tus labios, los cuales diseño con mi dedo.
Tú percibes mis caricias, y abres los ojos, me echas un vistazo y sonríes levemente, mueves un poco tu cuello para retirar el sueño, y me dices, “hola cielo, ¿No puedes dormir?”...

Yo te manifiesto que no sin emitir vocablo, solo con un meneo de mi cabeza, sigo arrullando tus labios ahora con todos los dedos de mi mano derecha, los dos nos vemos a los ojos, solo alcanzo a decirte “te necesito, te quiero” y confío mis labios arriba los tuyos, en un urgente beso...

Me miras, y me halas junto ti, resultando nuestros cuerpos acoplados, pegados uno al otro... estoy sobre ti, he intento besarme suavemente, abrazándote por la espalda, mis besos suben de tono, por lo que, me estrecho más con tu cuerpo, tus ojos reflejan ahora entusiasmo y deseo.

Me elevo con los brazos abiertos hacia a ti, incitándote a elevarte, tú asimismo lo haces, y tocando tus facciones con mis manos, empiezo a besarte los labios. Yo te abrazo por la cintura y acaricio tu piel con mis manos extendidas, encajo mis dedos por tu cabello, y muerdo tus labios amistosamente, para más tarde besarte el cuello.

Mi aliento se excita aún más, y procedo a apretar suavemente tu espalda, te invierto quedas de espaldas hacia mí, te beso los hombros, y sin dejar de besarlos, acaricio tu cuerpo desnudo hasta caer en la alfombra.

Muevo tu cabello hacia un sector, te tomo por la cintura, y paseo mis dedos desde tu cuello hasta tu zona lumbar, mientras tú te encuentras boca abajo en la alfombra.

Observo tu pasión, y comienzo a rozar tu cuerpo, sigo besándote y desde el cuello caigo a la parte baja de tu espada.

En este instante dejas ver tu gran excitación, por lo que te desesperas, y me dices con la voz entrecortada “ya, mi amor, no aguanto más, hazme tuya”.

Te iluminas y me envuelves, y nos derrumbamos en el lecho, abrazados, ardiendo de pasión, consumiéndonos la boca.

Ahora nos encontramos frente a frente, elevo tu pierna, y suavemente, te penetro, por lo que sueltas un ligero gemido, y aprieto tu mano, esto te vuelve loca, y mi propongo hacerte el amor con gran ímpetu.

Suelto tu pierna, te tomo la otra mano, y alzo tus brazos hacia arriba quedando a los lados de mi cabeza.

Continuas, mirándome a los ojos, yo los cierro guiado por la fenomenal delicia que siento, tú me dices “no, cariño, no cierres tus sentidos, mírame”... yo los abro y te miro, y te digo con una expresión ligera, “te adoro, mi princesa”, y me confiesas con tu voz intermitente, ‘yo también, mi cielo”

Ahora te mueves con un ritmo que me hace desfallecer, un temblor que camina mi todo mi ser me sacude, y la piel se me eriza...

Sé que vas a terminar, y te abrazo con más ánimo, tu gimes al ritmo que te hago el amor, esto hace que yo también sientas que voy a terminar, y pronunciando tu nombre y tú el mío, acabamos mi amor, al mismo tiempo...

En encantaría caer de deseo entre tus brazos... derretirme con tu pasión, con todo tu ser, con tu ternura, ser uno solo contigo hasta nunca cansarme…

Cristóbal Colón

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