MI ROSA
Tú
hermosa
bella.
Toda tú vendrás acompañada de tu risa y noviembre.
Solo basta mirar tus ojos negros para amarte
y basta un solo instante para que tus cabellos traviesos y tu boca sean mi sueño marinero.
Tú
toda tú
rosa inmarchitable;
Como la rosa junto a tu cama, —esa que sólo tú y yo conocemos— debo decir que la envidio a momentos:
Porque ella puede contemplar la picardía de tu risa y verte florecer con el tiempo
Porque conoce la hora exacta de tus sueños
y de mirar tu soñar no se cansa
Porque conoce las caricias fieles de tus manos; entristecer si tu ausencia crece, y encuentra júbilo en tu regreso.
Porque vibra en ti, sin ti, contigo
y vuelve a enamorarse para siempre de tus ojos negros.
Como la envidio algunos días de estos.
Pero tu mi rosa sonriente,
Nunca pienses que te olvido o que yo invento.
No te olvido, —no puedo.
Cómo si tus pupilas no fueran un rayo de luz que me parte en dos, y me desnuda el alma y los sentimientos cada dos años que te veo.
Es verdad, no creas que exagero; tú me haces vibrar y sentir un arcoíris de emociones que llevo.
Eso creas, eso causas,
eso produces, eso tienes,
eso trasmites, eso das,
eso palpitas, eso elaboras
y por eso te pienso, te confió,
te congratulo, te celebro,
te admiro, te cuido.
Por eso te escribo y te amo.
Nota: te escribiré otra vez dentro de poco; por ahora recibe esto como una disculpa por aquel silencio del que con tanta gentileza de quejaste; y créeme no invento o exagero.
Siempre tuyo,
Cristóbal Colón Marín.
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