A LA LUZ DE LA LUNA
La hierba está encendida sólo por la Luna… Sueñas y estoy a tu lado. Acaricio tu cabello, mientras poso mis labios sobre los tuyos y viajo con mis dedos por los contornos de tu rostro, aún tú... sueñas.
¿Qué sueñas? Me antoja saberlo, pero te veo dormir y siento que por la expresión de tu cara lo adivino.
Tus ojos, aún cerrados, parecen abrir la puerta a la utopía, a un mundo de ilusiones en donde te apoderas de todo. Tú sueñas con amor, pues tus labios dibujan levemente una sonrisa que enciende tu faz. Sueñas y yo… por ahora solo acaricio tu pelo.
Mis labios condenados por las ganas irresistibles de besarte, se posan dócilmente en tus labios para que no despiertes. Aunque, abres los ojos, Tu mirada tentadora penetra profundamente en la mía. Me agito y tú lo descubres.
Me acaricias temerosamente y me estrechas fuertemente como para atarme a tu cuerpo y tener la certeza de que no escaparé de ti. Recorres con tus manos cada rincón de mi cuerpo y yo aprieto mis puños de gana, me contengo y por ahora sólo me limito a... mirarte y dejar que avances.
Tomas mis manos entre la tuyas y las guías por todo tu existencia, bordeas nuestras manos por todo tu ser. Mis labios ardientes besan tu rostro, impaciente y reposado a la ves, cubres con un beso cada una de las partes de mi cara. Veo tus ojos que abrasan mi alma y tus labios tan sensuales son sorprendidos por un beso penetrante de los míos.
Continúas por mi cuello; rozándolo, mordiéndolo, una y otra vez, te siento excitada y eso me sacude.
Me detengo en tus pechos, con mi lengua acaricio lentamente tus pezones; los beso avanzando, gradualmente, hasta tu ombligo, mis manos se arrastran por tus pechos y se alojan sobre tu cintura, bajan lentamente hacia tus manos para hallar tus dedos y enlazarlos con los míos. Cierras los ojos y... me besas.
Mis dedos corren temblorosos por tu piel, unas áreas completamente inéditas y eternas, pero vuelo repentinamente a tu rostro, Coqueteo con cada una de tus mejillas. Zozobro en la corriente de tu nariz que lleva al océano de tu boca.
Tu nariz es la pasarela entre mis dedos y tu dulce sabor. Besos sólo tus labios, lentamente, muy lentamente, miro tus ojos inexpertos y con y mis dedos aún vibrantes aprieto tu cabello desde el cuello hasta los oídos.
Te apoyas sobre mi pecho desnudo y siento el calor de tu cuerpo. Roces suaves van palpando mi cuerpo deseoso de poseerte y con mis manos voy marcando el pasaje que has de continuar con tu boca.
Mis muslos rozan los tuyos con cierta cautela. Suben y bajan acariciándote. Se sienten candentes y envolventes, ardientes. Tomo tus manos y las llevo por los atajos de mis piernas hasta mi virilidad y allí... te detienes a probarme con tu boca tibia y pequeña.
Recorro paulatinamente tus piernas. Mis manos amplias, manejables, calurosas, apasionadas, te sacuden hasta el punto de la in contención. Mis labios fogosos besan poco a poco tus piernas hasta conseguir tu vientre.
Te acaricio con mis labios, intento morderte. Te desespero y eso me fascina. Tomo tus senos delicadamente con mis dedos, los beso, los presiono contra mi pecho. Te beso con un entusiasmo inaguantable.
Estamos en el instante de la entrega completa, el momento en que serás mía y seré tuyo, Mis dedos se traban con tu pelo y éste se revuelve por el movimiento sensual de nuestros cuerpos.
Te poseo y juntamos nuestra piel derritiendo nuestros corazones a un mismo ritmo, te aceleran. Cierras... los ojos... muerdes mis hombros... me abrazas con fuerzas y aprietas.
El líquido que viene de ti se mezcla con el mío en la descarga de un orgasmo y penetra ardientemente por mi cuerpo... Estás junto a mí. Se tranquilizan los palpitos de tu corazón y del mío, quedamos acostados sobre las sábanas que se calman lentamente mientras pasa la noche y la luz de la Luna que ha sido cómplice.
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